Mafalda
siempre ha sido una niña aventajada a su edad, y con una forma de estar en el
mundo, curiosa, irónica y muy rebelde. Hoy subo una de sus frases veraniegas,
que a buen seguro algún consuelo hemos encontrado alguna vez en su lectura. Pero
me gustaría llevarle un poquito la contraria a Mafalda, para darle una nueva
lectura a su frase: “SÍ, SÉ QUE DEBO PERDER PESO… PERO YO ODIO
PERDER”.
Yo me
pregunto ¿Odiamos perder?, pues sí,
la perdida, quizás sean una de las situaciones vitales con la que convivimos diariamente
y que en su mayoría tanto nos cuesta superar y afrontar, especialmente cuando
hablamos de pérdidas importantes, como personas queridas. También llevamos con
bastante desasosiego, la perdida de situaciones profesionales, económicas y,
hasta de objetos, ¿Quién no ha perdido el móvil alguna vez?, esos momentos de
incertidumbre, de sentirme desnudo por quedarte sin todos esos contactos que
tan necesarios pensábamos son en nuestra vida. Pero ¡ZASCA! no pasa mucho
tiempo, cuando recobramos la normalidad, y a veces hasta esa limpieza agendil nos ha venido un poquito bien,
volvemos a completar nuestra agenda con las personas que realmente están en
este momento en nuestra vida.
Pero
volviendo a la frase de Mafalda: “SÍ, SÉ QUE DEBO PERDER PESO… PERO YO ODIO
PERDER”. Estoy segura de que, si paso un ratito filosofando con
Mafalda, llegaríamos a la conclusión de que cuando hablamos de determinadas
perdidas, perder puede representar ganar, porque al igual que nuestra nueva
agenda del móvil, queda mucho más actualizada, también nuestra nueva calidad,
de vida después de perder unos quinillos, puede marcar una diferencia en el
bienestar físico, y cómo no, en el psicológico, con todo lo que conlleva.
Son muchas
veces las que escucho en mi consulta (con gran halago y placer), que esa
persona que tengo delante y que ya ha perdido unos cuantos kilillos, está ganando en confianza, por conseguir lo
que antes no había podido, en salud
por comenzar a cuidar su alimentación, en autoestima
por sentirse dueña de su vida, sentirse más bella por fuera y por dentro. Todo
esto, hace un efecto bola, que arrastra a su paso con el entorno familiar, laboral y social, porque
cuando uno se encuentra bien, brilla con otra luz, y esto no pasa desapercibido
para aquellos que nos rodean.
Así que bueno, quizás, sólo quizás, a veces, perder es ganar.