domingo, septiembre 10

SÍ, SÉ QUE DEBO PERDER PESO… PERO YO ODIO PERDER




Mafalda siempre ha sido una niña aventajada a su edad, y con una forma de estar en el mundo, curiosa, irónica y muy rebelde. Hoy subo una de sus frases veraniegas, que a buen seguro algún consuelo hemos encontrado alguna vez en su lectura. Pero me gustaría llevarle un poquito la contraria a Mafalda, para darle una nueva lectura a su frase: “SÍ, SÉ QUE DEBO PERDER PESO… PERO YO ODIO PERDER”. 

Yo me pregunto ¿Odiamos perder?, pues sí, la perdida, quizás sean una de las situaciones vitales con la que convivimos diariamente y que en su mayoría tanto nos cuesta superar y afrontar, especialmente cuando hablamos de pérdidas importantes, como personas queridas. También llevamos con bastante desasosiego, la perdida de situaciones profesionales, económicas y, hasta de objetos, ¿Quién no ha perdido el móvil alguna vez?, esos momentos de incertidumbre, de sentirme desnudo por quedarte sin todos esos contactos que tan necesarios pensábamos son en nuestra vida. Pero ¡ZASCA! no pasa mucho tiempo, cuando recobramos la normalidad, y a veces hasta esa limpieza agendil nos ha venido un poquito bien, volvemos a completar nuestra agenda con las personas que realmente están en este momento en nuestra vida. 

Pero volviendo a la frase de Mafalda: “SÍ, SÉ QUE DEBO PERDER PESO… PERO YO ODIO PERDER”. Estoy segura de que, si paso un ratito filosofando con Mafalda, llegaríamos a la conclusión de que cuando hablamos de determinadas perdidas, perder puede representar ganar, porque al igual que nuestra nueva agenda del móvil, queda mucho más actualizada, también nuestra nueva calidad, de vida después de perder unos quinillos, puede marcar una diferencia en el bienestar físico, y cómo no, en el psicológico, con todo lo que conlleva. 

Son muchas veces las que escucho en mi consulta (con gran halago y placer), que esa persona que tengo delante y que ya ha perdido unos cuantos kilillos, está ganando en confianza, por conseguir lo que antes no había podido, en salud por comenzar a cuidar su alimentación, en autoestima por sentirse dueña de su vida, sentirse más bella por fuera y por dentro. Todo esto, hace un efecto bola, que arrastra a su paso con el entorno familiar, laboral y social, porque cuando uno se encuentra bien, brilla con otra luz, y esto no pasa desapercibido para aquellos que nos rodean. 

Así que bueno, quizás, sólo quizás, a veces, perder es ganar.