martes, abril 3

Nadie dijo que el camino fuera fácil


Hay personas que se levantan a comer por la noche, picotean entre horas, por la calle, en el coche, en el autobús, comen incluso 15 minutos después de haber terminado una comida principal. Nunca están saciadas, siguen buscando más y más comida, hasta que acaban agotadas, con el estómago hinchado y un sentimiento de culpa y tristeza que las inmoviliza.  Después, la ropa no les cabe, duermen mal, las digestiones son pesadas y el humor muy negativo.

Esto ocurre por dos tipos de razones: las psicológicas y las nutricionales.

Razones nutricionales:

Mientras    una    persona    no obtenga   los   nutrientes   que necesita a través de la alimentación diaria (proteínas, grasas, hidratos de carbono, vitaminas y los minerales), seguirá ávida de comida, pues su organismo demandará más alimento para conseguir dichos  nutrientes. Actualmente, la alimentación suele ser bastante pobre, pues para quien más y quien menos, los alimentos que suelen estar presentes en su mesa son alimentos  desnaturalizados  y  desvitalizados,  alimentos  que  han  perdido sus propiedades y que han sido tratados químicamente.

Hay determinados alimentos que  causan  adicción,  todas  lo  sabemos,  como  el  café  o  el  chocolate.  Pero más allá de estos alimentos adictivos ya conocidos, hay otros, que están presentes en nuestro consumo diario y que son muy adictivos. Estos alimentos son el trigo, el azúcar y los lácteos, además de los fritos.

¿Qué ocurre cuando el organismo, ávido por saciar su sed de nutrientes, sigue demandando comida?   Los   alimentos   a   los   que   recurre principalmente   son   aquellos   a   los   que   es   adicto:  trigo, azúcar y lácteos. Así, no es infrecuente   que   cuando   una   persona   coma   compulsivamente elija  pan  de  molde,  pasta,   galletas,   bollería,   quesos,   helados, bombones...  en lugar de comer zanahorias, manzanas o brócoli, porque ni la zanahoria, ni  la  manzana,  ni  el  brócoli  son adictivos.

El cuerpo humano es muy sabio y, cuando una persona sigue hábitos saludables, es habitual que un día se levante por la mañana y piense: “me apetecen   espinacas”.   Es   el   instinto, que   te   avisa   de   lo   que   necesitas (posiblemente hierro o calcio); pero cuando una persona no  sigue  hábitos saludables porque es adicta a alimentos nocivos, es típico que se levante por la mañana  y,  antes  de  entrar  en  la  ducha,  vaya  a  la  cocina  a  por  dulces  o  pan  blanco. Es cómo la fumadora o la alcohólica, que necesita su dosis.

¿Cuál es la solución? La misma que la de la fumadora o la de la alcohólica.
Si el problema es grave, habrá que tomar una solución drástica. Es lo mismo que erradicar el hábito de fumar para una persona que se fuma 5 cigarrillos al día, que para una que se fuma dos paquetes. En ambos casos, la solución será eliminar completamente el tabaco. En el caso de la comida, si eres una persona que  de  vez  en  cuando  se  excede  con  los  alimentos,  y  no  supone  un  problema  para  ti,  te  puede  funcionar  el  eliminar  estos  alimentos  adictivos  durante  las épocas en las que sientas ansiedad; pero si en tu caso la compulsión por comer está afectando de manera significativa a tu calidad de vida, deberás hacer caso del  refrán  que  reza:  “A  grandes  males,  grandes  remedios”,  y  eliminar  estos  alimentos completamente  de  tu  dieta.  Esto puede sonar horroroso, sobre todo porque sentimos adicción por ellos. No es lo mismo eliminar las zanahorias de la dieta, que no suele costar ningún esfuerzo, que eliminar el pan o el azúcar.

Razones psicológicas

Normalmente son relativas a una insatisfacción en mayor o menor grado con una misma, con la propia vida. Algún aspecto de tu vida no funciona como tú quieres o hay algo de ti que no te gusta. Aquí es importante, hacerse un
examen. Por ejemplo, puedes ponerte delante de una hoja de papel en blanco y
escribir arriba en mayúsculas: “¿Por qué me siento mal?” o “¿Qué me preocupa, por qué no estoy contenta?”. A menudo una se siente insatisfecha y no sabe por qué, y es necesario parar y tomarse un momento para la introspección, para estar a solas con una misma y encontrar las respuestas, que brotan desde nuestro interior.

Puede ocurrir que precisamente una de las razones psicológicas sea el descontento con la propia imagen que se tiene de una misma, sobre todo
después de haber comido en exceso o de alimentos de los que una
no querría haber comido. El arrepentimiento sin propósito de enmienda. El sentirse atrapada, no ver salida, pensar que ya todo está perdido o caer en la
autoindulgencia. Además, puede ser que se sumen otros problemas
relacionados con el exterior, como puede ser el no sentirse querida o valorada;
trabajar en algo que a una no le gusta; sentirse cansada, débil o insana; tener malas relaciones, etc. Hacer un alto en el camino y tomarse un tiempo para reflexionar ayudará a identificar de donde viene nuestro vacío y tener consciencia de que la comida no es un recurso para saciar nuestras insatisfacciones, sino para alimentarnos sanamente y tener una mejor calidad de vida.   




Fuente: https://distribuidorapeligrosidadsocial.files.wordpress.com/2011/11/manual-del-crudivegano.pdf