Hay personas que se
levantan a comer por la noche, picotean entre horas, por la calle, en el coche,
en el autobús, comen incluso 15 minutos después de haber terminado una comida
principal. Nunca están saciadas, siguen buscando más y más comida, hasta que acaban
agotadas, con el estómago hinchado y un sentimiento de culpa y tristeza que las
inmoviliza. Después, la ropa no les cabe,
duermen mal, las digestiones son pesadas y el humor muy negativo.
Esto ocurre por dos tipos
de razones: las psicológicas y las nutricionales.
Razones
nutricionales:
Mientras una
persona no obtenga los nutrientes que necesita a través de la alimentación
diaria (proteínas, grasas, hidratos de carbono, vitaminas y los minerales),
seguirá ávida de comida, pues su organismo demandará más alimento para
conseguir dichos nutrientes. Actualmente,
la alimentación suele ser bastante pobre, pues para quien más y quien menos,
los alimentos que suelen estar presentes en su mesa son alimentos desnaturalizados y
desvitalizados, alimentos que
han perdido sus propiedades y que
han sido tratados químicamente.
Hay determinados
alimentos que causan adicción,
todas lo sabemos,
como el café
o el chocolate.
Pero más allá de estos alimentos adictivos ya conocidos, hay otros, que
están presentes en nuestro consumo diario y que son muy adictivos. Estos
alimentos son el trigo, el azúcar y los lácteos, además de los fritos.
¿Qué ocurre cuando el
organismo, ávido por saciar su sed de nutrientes, sigue demandando comida? Los
alimentos a los
que recurre principalmente son
aquellos a
los que es
adicto: trigo, azúcar y lácteos. Así,
no es infrecuente que cuando
una persona coma
compulsivamente elija pan de
molde, pasta, galletas,
bollería, quesos, helados, bombones... en lugar de comer zanahorias, manzanas o brócoli,
porque ni la zanahoria, ni la manzana,
ni el brócoli
son adictivos.
El cuerpo humano es muy sabio
y, cuando una persona sigue hábitos saludables, es habitual que un día se levante
por la mañana y piense: “me apetecen
espinacas”. Es el instinto,
que te
avisa de lo
que necesitas (posiblemente hierro
o calcio); pero cuando una persona no
sigue hábitos saludables porque
es adicta a alimentos nocivos, es típico que se levante por la mañana y,
antes de entrar
en la ducha,
vaya a la
cocina a por
dulces o pan
blanco. Es cómo la fumadora o la alcohólica, que necesita su dosis.
¿Cuál es la solución? La
misma que la de la fumadora o la de la alcohólica.
Si el problema es grave,
habrá que tomar una solución drástica. Es lo mismo que erradicar el hábito de
fumar para una persona que se fuma 5 cigarrillos al día, que para una que se
fuma dos paquetes. En ambos casos, la solución será eliminar completamente el
tabaco. En el caso de la comida, si eres una persona que de
vez en cuando
se excede con
los alimentos, y
no supone un
problema para ti,
te puede funcionar
el eliminar estos
alimentos adictivos durante
las épocas en las que sientas ansiedad; pero si en tu caso la compulsión
por comer está afectando de manera significativa a tu calidad de vida, deberás
hacer caso del refrán que
reza: “A grandes
males, grandes remedios”,
y eliminar estos
alimentos completamente de tu
dieta. Esto puede sonar horroroso,
sobre todo porque sentimos adicción por ellos. No es lo mismo eliminar las
zanahorias de la dieta, que no suele costar ningún esfuerzo, que eliminar el
pan o el azúcar.
Razones
psicológicas
Normalmente
son relativas a una insatisfacción en mayor o menor grado con una misma, con la
propia vida. Algún aspecto de tu vida no funciona como tú quieres o hay algo de
ti que no te gusta. Aquí es importante, hacerse un
examen. Por
ejemplo, puedes ponerte delante de una hoja de papel en blanco y
escribir
arriba en mayúsculas: “¿Por qué me siento mal?” o “¿Qué me preocupa, por qué no
estoy contenta?”. A menudo una se siente insatisfecha y no sabe por qué, y es
necesario parar y tomarse un momento para la introspección, para estar a solas
con una misma y encontrar las respuestas, que brotan desde nuestro interior.
Puede
ocurrir que precisamente una de las razones psicológicas sea el descontento con
la propia imagen que se tiene de una misma, sobre todo
después de
haber comido en exceso o de alimentos de los que una
no querría
haber comido. El arrepentimiento sin propósito de enmienda. El sentirse
atrapada, no ver salida, pensar que ya todo está perdido o caer en la
autoindulgencia.
Además, puede ser que se sumen otros problemas
relacionados
con el exterior, como puede ser el no sentirse querida o valorada;
trabajar en
algo que a una no le gusta; sentirse cansada, débil o insana; tener malas
relaciones, etc. Hacer un alto en el camino y tomarse un tiempo para reflexionar
ayudará a identificar de donde viene nuestro vacío y tener consciencia de que
la comida no es un recurso para saciar nuestras insatisfacciones, sino para
alimentarnos sanamente y tener una mejor calidad de vida.
Fuente: https://distribuidorapeligrosidadsocial.files.wordpress.com/2011/11/manual-del-crudivegano.pdf