lunes, octubre 21

Mantener un peso normal en la edad adulta, se asocia a menor riesgo de muerte por todas las causas


Los cambios de peso corporales pueden incidir en nuestra salud y, sobre todo, si se trata de fluctuaciones bruscas. Un reciente estudio publicado en la revista BMJ evaluó la incidencia de dichas variaciones en el peso y encontró que mantener un peso normal en la edad adulta se asocia a menor riesgo de muerte por todas las causas.

Aumentar de peso en la edad adulta joven incrementa el riesgo de mortalidad
Con datos de más de 35 mil adultos, se evaluó el peso al inicio del estudio y también, el que poseían cuando eran adultos jóvenes (25 años de edad) y en la edad adulta media (10 años antes del inicio del estudio). Los participantes tenían una edad de 40 años o más.

Tras un seguimiento de poco más de 12 años durante los cuales se registraron 10.500 muertes, se pudo observar que en comparación con los participantes que se mantuvieron en peso normal, los que aumentaron de peso para llegar a tener obesidad en la edad adulta joven y media tuvieron un 22% mayor riesgo de mortalidad por todas las causas y un 49% mayor riesgo de mortalidad por enfermedad cardíaca.

También tenían más probabilidades de morir por todas las causas y por enfermedad cardíaca quienes mantuvieron un peso dentro de la categoría de obesidad.

Todo esto nos lleva a pensar lo mucho que influye el aumento de peso (grasa) corporal en nuestro cuerpo y su salud, al punto tal que la clave está en mantener un peso normal para no incrementar el riesgo de muerte prematura. Sobre todo, es importante evitar el aumento de peso en la edad adulta temprana (25-30 años).




lunes, octubre 7

Por qué no hay que hacer 5 comidas al día


Las claves esenciales para vivir más años y con más salud

La comunidad científica y los expertos en nutrición de todo el mundo lo han promulgado a los cuatro vientos durante largo tiempo “Hay que hacer muchas comidas pequeñas al día, 5 ó 6, para evitar que el metabolismo se ralentice”. Sin embargo, las tendencias actuales hablan de las enormes ventajas para la salud del ayuno intermitente y de espaciar más las comidas, lo cual supondría mucho más impacto positivo que el que pueden aportar las numerosas ingestas frugales a lo largo del día.

La razón principal para comer menos a menudo y menos cantidad eclipsa a todas las demás, prolongar la vida y que ésta sea de más calidad. La clave está en la autofagia, un proceso celular que se activa durante los periodos de ayuno y durante el sueño. A grandes rasgos consiste en una limpieza interna de la célula por la que ella misma elimina sus residuos, produciendo con ellos energía y quedándose como nueva.

La autofagia ralentiza el envejecimiento celular y se observa que en enfermedades como el Alzheimer o el Parkinson es un mecanismo que está deteriorado. Los que tienen un mecanismo de autofagia bien desarrollado suelen estar sanos toda la vida, son esas personas que mueren de viejos en dos o tres meses después de haber estado sanas siendo ancianas, a diferencia de lo que ocurre con otras personas que pasan 10 o 15 años envejeciendo, llenos de achaques y con una mala calidad de vida.

Haciendo 5 ó más comidas al día no le das tiempo a tu cuerpo a poner en marcha los mecanismos de autofagia. Dormir pocas horas y el sedentarismo acentúan el problema. Las tres claves esenciales para una salud de hierro y una vejez en forma son, según la Dra. Ana María Cuervo, especialista en envejecimiento y codirectora del Instituto Einstein en Nueva York, “comer menos, dormir más y hacer ejercicio a intensidades moderadas”.


Fuente:  https://www.sportlife.es/salud/articulo/por-que-no-hay-que-hacer-5-comidas-al-dia (Extraído del I Congreso Internacional de Gerociencia de la Fundación Gadea).

miércoles, junio 12

¿Quieres bajar de peso y mantenerlo a largo plazo? No solo hagas dieta, has un cambio de hábitos


La búsqueda del Santo Grial de la salud pasa por la pérdida de peso a largo plazo. Es lo que todo el mundo quiere y lo que pocos consiguen. Dietas, estrategias, soluciones milagrosas... muchos formatos tratan de obtener los mismos objetivos con resultados variables o escasos.
Si nos centramos en dos estrategias concretas, una es el clásico uso de las dietas restrictivas, que son pautas concretas para reducir el aporte calórico en las ingestas. La otra es un cambio de hábitos, a largo plazo, y la educación nutricional. ¿Qué diferencias existen? ¿Por qué una es más útil y eficaz que la otra? ¿Por qué es necesario unificarlas?

Dieta o hábito, ¿en qué se diferencian?
Las dietas restrictivas consisten en diseñar un plan dietético que reduzca los aportes nutricionales de macronutrientes, para aminorar el aporte calórico en cada ingesta. Esto lo hace restringiendo los alimentos y las cantidades en un patrón exacto de comidas. Entre las dietas restrictivas, las hay diseñadas por expertos y otras conocidas como dietas milagro.
Aunque ambas son restrictivas, una dieta diseñada por un profesional nutricionista está ajustada a cada persona de manera concreta e intransferible. El papel de este tipo de dietas consiste en restringir el aporte calórico sin que esto tenga un impacto en el resto de nutrientes. Por el contrario, las dietas milagro reducen el aporte nutricional sin ningún tipo de contemplación o reparo, por lo que no solo limitan el aporte calórico, sino que no atienden a las necesidades nutricionales de las personas.

Por el contrario, un cambio de hábito, supone una variación en las costumbres nutricionales y vitales. Para ello es imprescindible educarnos en nutrición y en las consecuencias que tiene la comida y la actividad física en nuestra vida. Con estos conocimientos podemos acceder a cambiar, paulatinamente, nuestros hábitos. Una dieta es una estrategia temporal, aunque podamos alargarla en el tiempo.
Los hábitos son comportamientos repetidos regularmente. Esto significa que hay que generar cambios a largo plazo. Cambios que tienen un impacto tanto fisiológico como psicológico y etológico (de comportamiento), por supuesto. A su vez, estos influyen en nuestra salud. Como todo lo que ocurre con nuestra vida, las grandes variaciones requieren de periodos largos de tiempo. Un mes o dos no son periodos largos, ni mucho menos, para nuestro cuerpo.

Funcionar o no funcionar, esa es la cuestión
Si usamos una dieta restrictiva, sin duda, perderemos peso en poco tiempo. Es más, puede que mantengamos parte de esta reducción con el tiempo. Esto se debe a que en un proceso de dieta suele haber una educación nutricional que varía nuestros hábitos. Pero, si volvemos por completo a los hábitos nutricionales anteriores, es 100% seguro que recuperaremos el peso perdido. Esto que hemos resumido en un solo párrafo, podemos explicarlo por cuestiones fundamentales:

Mientras que la dieta es un patrón que llevamos durante cierto tiempo, que puede ser mucho o poco, siempre tiene una fecha de expiración. Por el contrario, el cambio de hábitos funcionará durante un periodo muy, muy largo (o para siempre). Aprender a comer bien y hacerlo por hábito es algo que dura en el tiempo y nos ayuda a conservar la pérdida de peso. ¿Y si convertimos una dieta en algo perenne? Entonces, sencillamente, la habremos convertido en un hábito.

El metabolismo
Aunque perdamos algo de peso en poquísimo tiempo, nuestro metabolismo no varía en solo unas semanas o en un mes. Necesita de mucho tiempo para adaptarse y cambiar. Es parte de nuestro sistema homeostático de supervivencia. Por tanto, una dieta podrá ayudarnos a no ingerir demasiadas kilocalorías, pero por sí misma no ayudará a cambiar el motor central que dirige la gestión de energía de nuestro cuerpo y obtendremos, como resultado, un efecto rebote.

Una dieta consiste en una tarea clara y concisa, ordenada. "Hoy la comida incluye tal o cual, y ese grupo de alimentos están prohibidos", etc. El cambio de hábitos no es tan conciso (aunque puede planificarse) y consiste en adquirir una educación nutricional que nos permita escoger mejor los alimentos.