miércoles, julio 25

¿Cómo hacer amistad con la comida?

Para muchas personas a dieta, los alimentos se convierten en sus peores enemigos. Al no estar seguros de poder controlarse, intentan evitar ser tentados: no compran nada que se salga de su dieta en el supermercado, intentan no cocinar, no acuden a reuniones o fiestas en las que vaya a haber comida e intentan no pensar siquiera en la comida.
No nos engañemos. Este tipo de estrategias pueden dar resultado unos días pero no podremos vivir escapando de los alimentos y permitiendo que restrinjan nuestras actividades y nuestra vida social. La única manera de conseguir superar esta situación es “haciendo amistad” con la comida. Algunos consejos para conseguirlo son los siguientes:

  • Cuando sientas ganas de comer un determinado alimento, recuérdate a ti mismo por qué ese alimento no te conviene. Piensa en las ventajas de estar perdiendo peso e intenta visualizarte a ti mismo con menos peso, sintiéndote más saludable y seguro de ti mismo. Una vez tengas esa imagen en tu mente, vuelve a plantearte si comer ese alimento va a merecerte la pena.
  • Intenta motivarte todos los días: Piensa en lo que ya has avanzado, en que ya te queda menos, en las dificultades que ya has vencido… Envíate mensajes positivos, diciéndote que puedes hacerlo y que confías en ti mismo.
  • Cree en ti mismo: Si piensas que no lo conseguirás y que no merece la pena esforzarse, fracasarás sin remedio. Debes creer en ti, en tu fuerza de voluntad, en tu autocontrol… Esas cualidades están en ti e irán mejorando según las entrenes.
  • Dedica tiempo y energía a la dieta: No vivas la dieta como un sujeto pasivo, sufriendo y concentrándote en las privaciones. Eso te llevará a encontrarte cualquier día con que no tienes ingredientes o tiempo para preparar lo que deberías preparar y haciendo que acabes comiendo un bocadillo.
  • Planifica qué vas a comer, intenta ilusionarte encontrando platos nuevos, yendo a comprar los ingredientes y aprendiendo a cocinarlos. Comparte los nuevos platos que te gusten con tus familiares y amigos.
  • Esfuérzate por seguir la dieta incluso en esos días en los que te encuentres desmotivado y falto de ánimo. Si consigues triunfar esos días, tu seguridad en ti mismo aumentará muchísimo y te sentirás más fuerte y con más posibilidades de conseguirlo.
  • Evita los atracones y comer cuando te encuentres mal: Si ves que la tentación es muy grande, sal a realizar cualquier actividad, llama a alguien por teléfono… Poco a poco irás notando que esa ansiedad repentina por consumir alimentos de forma descontrolada va desapareciendo y deja de atormentarte.
  • Los errores suceden, no te culpes ni te critiques por ello. Analiza la situación, busca sus causas y los estímulos que provocaron que cayeras en la tentación y busca soluciones para no volver a fallar en el futuro. Esto te ayudará a hacerlo mejor cada día.
Fuente: http://www.guiaobesidad.com/como-amigarse-comida

El comer emocional y sus mitos


Cuando hablamos de “comer emocional”, nos estamos refiriendo a los diferentes sentimientos o estados de animo que pueden llevarnos a realizar una ingesta excesiva y sabotear nuestra dieta. Hay una serie de mitos o ideas erróneas que pueden llevarnos a comer de más, llevados por nuestras emociones. Estos mitos erróneos son los siguientes:
  • “Hay que separar la comida de toda emoción”: Esto resulta imposible ya que todas las conductas humanas están teñidas por la emoción. Por ello, por mucho que intentemos no pensar en ello y no sentir nada, es imposible que dejemos de sentirnos mejor al comer chocolate que al comer brócoli. Lo importante es fijarse en qué emociones secundarias queremos sentir: si nos dejamos llevar por nuestros instintos, estaremos favoreciendo la culpabilidad, la baja autoestima, las sensaciones de descontrol… Debemos comer pensando en cuidarnos y querernos, focalizando nuestra atención en valorarnos a nosotros mismos, en lugar de torturarnos pensando en los alimentos que no podemos comer.
  • “Me valoraré más cuando baje de peso”: Este planteamiento está equivocado desde el principio. Primero debemos aceptarnos tal y como somos, querernos a nosotros mismos y tener una autoestima elevada y saludable. Solamente si tenemos esa predisposición psicológica, estaremos preparados para asumir el reto de afrontar una dieta con garantías de éxito (sin culpabilidad ni remordimientos, sin hundirnos por los errores sino aprendiendo de ellos, sintiéndonos seguros de nuestras capacidades…)
  • “Como por aburrimiento”: La gente aburrida no come, busca algo que hacer. La gente que dice comer por aburrimiento lo hace porque se siente vacía y se valora poco, por lo que tiende a combatir esos sentimientos con conductas autodestructivas como los atracones.
  • “Comer me hace sentir seguro y a gusto”: Aunque comer puede hacer que nos sintamos bien en un primer momento, los sentimientos que suelen venir después son la culpa, el remordimiento y la vergüenza. Si realmente queremos sentirnos a gusto con nosotros mismos, deberíamos aprender a cuidarnos y la elección de una dieta saludable es una buena manera de hacerlo.
  • “Dar de comer es una muestra de amor”: Al ser premiados con comida desde niños, podemos interpretar la comida como un gesto de amor y buscarla cuando nos sentimos faltos de cariño. Sin embargo, cuidarnos para lograr estar saludables es una manera mucho mejor de demostrarnos nuestro aprecio por nosotros mismos.

El miedo a los alimentos

Muchas personas, al comenzar una dieta, adquieren una especie de miedo a ciertos alimentos. Esos alimentos suelen ser los que más les gustaban: dulces, fritos, snacks… Las personas creen que, si consumen esos alimentos, no podrán comer sólo un poco sino que perderán totalmente el control sobre ellos mismos y no serán capaces de parar.

Esta evitación total de los alimentos que antes disfrutábamos puede hacer que los idealicemos aún más, que en nuestros recuerdos el placer que nos producía consumirlos sea aún mayor y que, por tanto, nos resulten altamente apetecibles. Además, el hecho de creer de nosotros mismos que no seremos capaces de mantener el autocontrol, hace que sea muy posible que esta creencia se cumpla si en algún momento tenemos que enfrentarnos al objeto de nuestra obsesión.

No es sano tener miedo a ciertos alimentos, sobre todo si realmente nos gustan y disfrutamos con ellos. Hay que tener en cuenta que son sólo comida y no debemos permitir que se hagan más fuertes que nosotros. La manera saludable de enfrentarse a ellos sería aprender a consumirlos en cantidades razonables, manteniendo en todo momento el control de la situación. Para ello, podemos programar algún día a la semana en el que vamos a permitirnos probar uno de esos alimentos “temidos”. Si es posible, es mejor que contemos con la presencia de alguna persona de confianza a la que le comentemos lo que vamos a hacer y que controle que no comamos de más. Después, nos serviremos exactamente la cantidad que hemos considerado que podemos comer sin perjudicar nuestra dieta.

Es posible que, tras hacerlo, sintamos el deseo de comer más pero, al tener la cantidad controlada desde el principio, no nos será posible seguir comiendo y habremos empezado a aprender a controlar nuestros impulsos. Además, el alimento perderá su cualidad de prohibido y peligroso, por lo que dejará de obsesionarnos.


¿Cómo comer chocolate y evitar un atracón?

Para los siguientes consejos utilizaremos el ejemplo del chocolate, ya que es un alimento muy adictivo y con el que mucha gente a dieta tiene problemas. Sin embargo, los consejos que vamos a explicar sirven para cualquiera de esos alimentos favoritos que han sido eliminados de nuestra dieta, que aparecen en nuestro pensamiento obsesionándonos y que pueden llevarnos a perder el control.
El problema con estos alimentos es que, una vez que empezamos a comerlos, nos resulta difícil parar. Si lo pensamos con calma, realmente no estamos disfrutándolos. Los comemos con ansia, pensando en el siguiente bocado mientras aún estamos masticando el anterior. Realmente sólo disfrutamos el primer cacho. Los demás ya no están resultando placenteros a nuestro paladar, se convierten en un simple comer por comer, totalmente fuera de control. Estos atracones no ayudarán a nuestra autoestima ni, desde luego, al éxito de nuestra dieta.

Hay estudios científicos que demuestran que las personas obesas sienten una gran activación en su sistema nervioso al pensar en comer pero que, una vez están comiendo, no reciben el mismo placer por hacerlo que las personas sin problemas de obesidad. Eso sucede porque las personas obesas han olvidado cómo disfrutar de la comida degustándola y poniendo en ella toda su atención. Para compensar esta falta de placer, comen hasta hartarse.

Sin embargo, hay mucha gente que puede comer chocolate y otras golosinas sin perder el control. Comen de manera moderada, degustando el trozo que realmente les apetece, sin que tenga repercusiones en su seguridad en sí mismos ni en su dieta. Eso es lo que debemos conseguir. Resultará mucho más satisfactorio (y a la larga más fácil) que eliminar por completo y para siempre esos alimentos de nuestra dieta. Para conseguirlo hay que seguir las siguientes pautas:
  • Controlar la cantidad de chocolate que tenemos en casa: Es preferible comprar en poca cantidad y no tenerlo a la vista. Si tenemos poco, no podremos darnos un atracón y al estar alejado, tendremos que ir a por él conscientemente y sabiendo lo que hacemos y por qué.
  • Sé consciente de que el chocolate es un capricho: No es algo que debas comer todos los días ni en grandes cantidades. Para hacerte aún más consciente de ello, prueba a comprar chocolate o bombones caros y de gran calidad.
  • Practica a comer chocolate de manera consciente: Cuando vayas a permitirte comer un pedazo de chocolate, pon todos tus sentidos en lo que estás haciendo. Observa la forma y el color del envoltorio, su forma y peso… Nota el sonido que hace al romper el envoltorio, fíjate en su aroma y concéntrate en las sensaciones que te trae a la mente… Date tiempo para pensar si realmente deberías comértelo y reflexiona sobre ello. Intenta alejar toda sensación de culpa y ansiedad y simplemente disfruta de ese momento que has decidido permitirte. Cuando lo tengas en la boca, nota el sabor, la textura, la manera de fundirse…
  • Si practicamos lo suficiente, aprenderemos a apreciar realmente ese pequeño capricho que podemos permitirnos de vez en cuando. Al estar poniendo todos nuestros sentidos en este gesto, recibiremos una gratificación mayor que comiendo sin sentido y casi sin darnos cuenta. Además, permitirnos comer chocolate de esta manera evita las sensaciones de culpa y potencia nuestro autocontrol. Cuanto más practiquemos, más fácil nos será controlarnos y no desear más y aprenderemos a focalizar nuestra atención y disfrutar realmente de lo que estamos haciendo.

Evitar los atracones

Los atracones son uno de los peligros más grandes que podemos encontrar en nuestra dieta. No solamente porque la cantidad de comida ingerida en el atracón puede llevar al traste el esfuerzo realizado durante todo el día, sino porque son momentos en los que perdemos por completo el control sobre nosotros mismos y van seguidos por sentimientos de vergüenza y culpabilidad. Estas sensaciones pueden aumentar nuestra ansiedad, hacer que dejemos de creer en nosotros mismos y llevarnos a renunciar a nuestra dieta. Por ello, es importante saber cómo evitar estos atracones. Algunos consejos útiles son los siguientes:
  • Los atracones no tienen que ver con necesidades nutritivas ni con tener hambre verdadera. Suelen darse cuando nos vamos a ir a la cama, en mitad de la noche o cerca de la madrugada. Son momentos en los que tenemos la guardia baja, al encontrarnos cansados y menos alerta, y nuestra ansiedad puede haberse elevado por haber tenido un mal día. Hay que reconocer y analizar en que momentos somos más propensos a esos atracones para estar prevenidos.

  • Los atracones pueden comenzar por ir a buscar algo para picar a la nevera. Antes de que nos demos cuenta, estaremos atiborrándonos de comida y ni siquiera seremos muy conscientes de lo que estamos haciendo. Por eso es importante haberlo analizado y tener buscadas las maneras de detener esa conducta.
  • Es conveniente reducir nuestras posibilidades de darnos un atracón: Conviene no tener accesible comida que nos lleve a descontrolarnos. Haz limpieza en tus armarios y en tu nevera e intenta comprar sólo alimentos saludables. Si no tienes alimentos prohibidos accesibles, no podrás consumirlos de manera descontrolada. Si vives con más gente, deberías comentarles la posibilidad de eliminar esos alimentos de la casa por una temporada. Analiza qué sentimientos te llevan a darte un atracón. Piensa qué estabas haciendo, si te sentías solo, aburrido o nervioso… Así podrás identificar esas situaciones y evitarlas antes de que tu ansiedad se dispare.
  • Busca el apoyo de gente de confianza que pueda ayudarte: Si tienes a alguien con quien hablar, ya sea en persona o por teléfono, cuando notes las sensaciones previas a un atracón, podrás apoyarte en ella para evitarlos.
  • Intenta mantener el control: Cuanto más practiques, más fácil te resultará resistirte. No te rindas ni sientas que no eres capaz. Confía en ti mismo y en tus capacidades para vencer a las dificultades. Intenta reducir el estrés y distraerte con actividades que te resulten satisfactorias como pasear o hacer ejercicio. También puedes practicar ejercicios de respiración o relajación.
  • Lleva un estilo de vida saludable: El ejercicio reduce la ansiedad y libera endorfinas, lo que te ayudará a sentirte más tranquilo, seguro de ti mismo y alegre. Dormir ocho horas diarias también puede ayudarte, ya que la fatiga nos hace más débiles ante las tentaciones. Date un capricho de vez en cuando: Comer algunas veces tu comida favorita te ayudará a mantener el control y evitará que, cuando no puedas aguantar más, te des un atracón de esa comida “prohibida”.
  • Busca alimentos que te calmen esa ansiedad y que resulten más saludables: Si notas que necesitas algo dulce, prueba con algún alimento dietético que pueda saciar esa necesidad.
  • No te saltes comida ni estés muchas horas sin probar nada. Realiza al menos cinco comidas diarias y nunca las separes más de cinco horas. Eso hará que nunca llegues a sentir verdadera hambre y evitará que la ansiedad se dispare y te conduzca a un atracón.

Ansiedad y obesidad

Hay mucha gente que afirma comer por ansiedad o que “los mismos nervios me engordan”. Esta afirmación tiene mucho de verdad, ya que mucha gente encuentra en la comida la respuesta a sus estados de ánimo alterados. Si esta respuesta va aumentando en frecuencia de ingesta y cantidad de alimentos, esta conducta puede estar en la base de algunos casos de obesidad.

La explicación a este fenómeno podemos encontrarla en nuestro cerebro reptiliano, la parte más antigua de nuestro cerebro centrada en la supervivencia y el control de los instintos más primarios. Una de las funciones de este cerebro es desear comida hasta sentirnos totalmente saciados, en previsión de que la persona no va a comer de nuevo en mucho tiempo. Esto, que era útil en tiempos de nuestros antepasados prehistóricos, ha dejado de ser necesario hoy en día pero el cerebro sigue cumpliendo esa función.Además, ese cerebro es el encargado de prepararnos para las situaciones de lucha o huida y de segregar adrenalina, lo que provoca la sensación de ansiedad. Nuestro corazón se acelera, nuestra respiración se agita, nuestros músculos se ponen en tensión…

En resumen, ante una situación de ansiedad nuestro cuerpo se prepara como si tuviéramos que luchar contra alguna bestia o salir huyendo para salvar nuestra vida. Cuando esa situación de ansiedad pasa, el cuerpo reacciona como si hubiéramos realizado un gran esfuerzo físico, despertando nuestro apetito para que repongamos las calorías perdidas. Esta respuesta, totalmente equilibrada en tiempos antiguos, resulta exagerada en la actualidad. Si la ansiedad se despierta por tener que luchar o huir y se gasta energía que luego se repone, el cuerpo está en equilibrio. Si se desata por contestar unas llamadas de teléfono o aguantar una bronca de nuestro jefe, en realidad no habremos gastado la energía que luego consumimos para reducir la ansiedad, por lo que tenderemos a engordar.

Ingerir alimentos, además, despierta nuestro sistema parasimpático, que es el encargado de relajarnos y hacernos sentir plácidos y a gusto. Por ello, mucha gente encuentra que, llevándose cualquier cosa a la boca cuando está nervioso, se siente inmediatamente más tranquilo. Si asocia la ingesta de alimentos con esa relajación, utilizará la comida casi como un “tranquilizante natural”, aumentando cada vez más la frecuencia y cantidad de comida ingerida, lo que inevitablemente conllevará un aumento de peso.

La manera de evitar que la ansiedad nos obligue a comer es aprender nuevas respuestas para manejar esa ansiedad. Si te encuentras nervioso, no debes sentarte frente a la televisión con una bolsa de patatas o una caja de galletas de chocolate. Eso sólo empeorará tus problemas, ya que a tu ansiedad habitual se le pueden unir una baja autoestima o sentimientos de culpa y autocrítica negativa por tu exceso de peso.

Una de las estrategias que pueden aprenderse son las técnicas de respiración o relajación. Practicarlas a diario reducirá tu ansiedad y te proporcionará resultados mucho más beneficiosos que un atracón de golosinas. También puedes intentar encontrar las causas de esa ansiedad para poder combatirla, con la ayuda de un profesional si fuera necesario. La práctica de ejercicio también reduce la ansiedad, impide que comas ya que estás practicando otra actividad y, además, te ayudará a gastar calorías y activar tu organismo. Si tu exceso de peso no te permite realizar algunos ejercicios, prueba con un simple paseo

Fuente: http://www.guiaobesidad.com/ansiedad

Obesidad y Ansiedad

Los expertos señalan que existe una relación entre la obesidad y la ansiedad. Puede ser que la obesidad nos lleve a la ansiedad, o bien, que la ansiedad nos lleve a aumentar de peso
También podría ser que la ansiedad y la obesidad se retroalimenten, o que en algunos individuos la ansiedad los lleve a la obesidad y, en otros, la obesidad los lleve a la ansiedad
En cualquier caso, estamos frente a comedores compulsivos que han perdido el control sobre lo que se come, la cantidad que se come y cuándo se come
Características del comedor compulsivo Para identificar a un comedor compulsivo, podría ser de utilidad reconocer las siguientes características:
  • Frecuentemente come grandes cantidades de alimento, mucho más que lo que la mayoría de la gente podría comer en un período de tiempo similar
  • Come de manera rápida
  • Come hasta el punto en que está incontrolablemente satisfecho
  • Por lo general come solo
  • Se irrita y enoja consigo mismo después de la comilona
  • No recurre a métodos para purgar (vómitos, laxantes, ayunos, etc.)
  • Usualmente puede comer continuamente durante todo el día
  • No puede controlarse o detenerse durante la comilona
  • Ha intentado todo tipo de dietas sin éxito
  • Comer le ayuda a disminuir su ansiedad y estrés
  • Siente vergüenza de su figura
  • Esconde comida
  • Siente mucha culpa por sus comportamientos hacia la comida
  • Cuando logra disminuir de peso, lo recupera rápidamente
Tienden a ser inactivos. La mayoría de los comedores compulsivos son obesos, y pueden presentar complicaciones médicas como aumento en la presión arterial, aumento en los niveles de colesterol, diabetes y enfermedades cardíacas

Si a usted le parece familiar la frase “Cuando estoy estresado, lo que hago es comer”, le sugerimos atender los siguientes consejos para aprender a manejar el consumo excesivo de alimento provocado por ansiedad: * Distinga entre sensación de ansiedad y hambre

Respete los horarios (no saltarse ninguna comida). Conviene retrasar el acto de comer unos minutos a partir del momento en el que se experimentan las primeras sensaciones de hambre
  • Coma sentado en la mesa, de un modo tranquilo y ordenado (sin mezclar platos)
  • Retire la fuente de la mesa después de servirse
  • Acostúmbrese a dejar algo en el plato, no comer “lo que sobra”
  • Levántese de la mesa en el momento en que ha terminado de comer
  • Planifique los menús con tiempo para poder prepararlos adecuadamente
  • Haga la compra con una lista evitando “lo prohibido”; lleve dinero justo
  • No compre ni cocine cuando sienta hambre
  • Prepare una lista de actividades que sean incompatibles con comer fuera de hora
  • Realice esas actividades cuando se sienta ansioso por comer
  • Aprenda a relajarse para evitar tensiones que crean primero ansiedad y conducen luego a comer en exceso
  • Revise si tomó suficiente agua, ya que a veces nuestro cuerpo nos pide líquidos y si no se los damos nos da señal de hambre
  • Elija para comer aquellas opciones con menos calorías
  • No elija alimentos, preparaciones o botanas con mucha sal, o altas en sodio, ya que ellos tienden a deshidratar y darnos más hambre
  • En caso de tener ansiedad por grandes porciones de comida, sírvase en un plato más pequeño y si es un restaurante, solicite un plato pequeño
  • La imagen de llenar el plato le ayudará a comer menos
  • Mastique despacio y tome trocitos o pequeñas cucharadas de comida, así la señal de saciedad llegará antes que coma de más
  • Practique la espera. Cada vez que sienta sensación de ansiedad, posponga esa gratificación instantánea para después

Si la ansiedad se presenta al finalizar el día, tome un libro, una revista o un video en lugar para tener algo más que hacer y distraerse de los antojos por estrés.

Haga una lista de amigos a quienes pueda llamar para que le apoyen en momentos de tentación.

Si está realmente interesado en lograr una pérdida de peso, consulte a su nutrióloga para establecer un plan de alimentación saludable, además de incluir un plan de ejercicio en su estilo de vida.

Fuente: http://diabetesstop.wordpress.com/2008/07/15/obesidad-y-ansiedad/

Depresión, atracón y obesidad, una relación íntima

El trastorno por atracón se asocia a la depresión en más del 50% de los casos y también a la obesidad

El desorden que consiste en comer alimentos hipercalóricos en muy poco espacio de tiempo se asocia a la depresión y a la obesidad. Las personas que lo padecen entran en un círculo vicioso: estar obesas les deprime y su estado de ánimo depresivo les conduce a comer más. La mayoría se sienten avergonzadas por su comportamiento y lo ocultan.





NUEVO INFORME DE LA OECD SOBRE EL IMPACTO ECONÓMICO DE LA PREVENCIÓN DE LA OBESIDAD

Recientemente, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OECD –Organisation for Economic Co-operation and Development-) ha publicado un informe titulado Obesity and the economics of prevention: fit not fat, en el cual aborda la problemática de la obesidad como problema de salud de primer orden, debido a su impacto tanto a nivel individual como socioeconómico.

Efectivamente, desde hace años, la propia Organización Mundial de la Salud (OMS) alertó sobre la problemática de la obesidad y el sobrepeso, categorizándola como epidemia. La consideración de la obesidad como problema prioritario de salud no sólo se debe a su elevada prevalencia actual, sino a su condición de factor de vulnerabilidad para la salud en general, incrementando el riesgo de morbimotalidad.
El informe que ha elaborado la OECD se estructura en tres partes principales. En primer lugar, presenta un detallado estudio sobre la prevalencia actual de esta problemática de salud en los once países miembro de esta Organización, así como aporta datos estimativos sobre el incremento de la tasa de incidencia de la obesidad y el sobrepeso a medio plazo (año 2020). En segundo lugar, se detallan los resultados más importantes de un estudio comparativo, realizado en colaboración con la OMS, sobre la realidad actual de dicha problemática en cinco países diferentes (Canadá, Japón, México, Italia e Inglaterra), así como calcula el impacto que tendría el desarrollo de políticas eficaces para la prevención y la reducción de la obesidad sobre el gasto económico de un país. Finalmente, en el informe, se ofrece una revisión de las políticas e intervenciones que actualmente están siendo eficaces para la prevención de esta epidemia y se ofrecen recomendaciones de cara a la optimización de la eficacia de las mismas.

A este respecto, la OECD corrobora el incremento constante de la incidencia de la obesidad en el mundo desde el pasado año 1980, cuando la prevalencia era aproximadamente del 10%. Así, actualmente, alrededor del 50% de la población de los países miembro de esta Organización presentan un peso por encima del recomendable para la salud, de manera que se estima que en el año 2020 dos de cada tres personas padezcan este problema de salud. Estos datos son coincidentes con la realidad española, puesto que hoy en día alrededor del 50% de las personas de nuestro país presentan obesidad o sobrepeso, porcentaje que se incrementará aproximadamente al 55% dentro de diez años. Todo ello, supone que las personas con este problema de salud presenten un riesgo mayor de mortalidad temprana (aproximadamente, tienen una esperanza de vida entre 8 y 10 años menor que una persona con un peso normal), lo que supone que las personas con obesidad gasten un 25% más en la sanidad pública en comparación con la población genera, sin olvidar la repercusión indirecta debido a un mayor número de días de baja laboral, una menor productividad, etc.

En el informe se indica que ser mujer, tener un nivel socioeconómico bajo o antecedentes familiares de obesidad constituyen importantes factores de riesgo para presentar obesidad. Y, aunque reconoce la importancia de factores biológicos en este hecho, subraya la importancia de los factores sociales, culturales y psicológicos en la aparición y el mantenimiento de este problema. Así, por ejemplo, se indica que el hecho de que un niño hijo de al menos un padre con obesidad presente un mayor riesgo de tener este problema de salud puede deberse a la influencia de factores genéticos, pero también es fundamental el hecho de que se comparte un estilo de vida en cuanto a hábitos de alimentación y actividad física.

De este modo, la OECD expone que el origen de esta problemática se encuentra en el cambio de los estilos de vida que se ha vivido en las últimas décadas, donde tanto los mercados como los Gobiernos tienen su responsabilidad. De alguna manera, la industria ha fomentado hábitos de alimentación menos sanos y los mercados de trabajo actuales han promovido la reducción de a actividad física, lo cual, según se indica en este informe, está influido por el estrés y la inseguridad laboral y las condiciones laborales de trabajo. Por otro lado, las Administraciones han fomentado políticas poco saludables, caracterizadas por el fomento del transporte privado, el incremento del precio de los alimentos naturales y de la accesibilidad a la alimentación industrial, así como por los proyectos de planificación relacionados con el mundo labora (largos desplazamientos, etc.).

Consecuentemente, aunque la OECD ha constatado un incremento de los esfuerzos por parte de los países miembro en cuanto al desarrollo de políticas para el fomento de un estilo de vida más saludable, recomienda que se inviertan aún más recursos en el desarrollo de políticas comprehensivas para prevenir y controlar la obesidad. Estas políticas habrían de ser consensuadas con los mercados y habrían de encaminarse hacia el fomento de un estilo de vida más saludable en cuanto a los hábitos de alimentación y de la práctica de ejercicio físico, a través de campañas de sensibilización, programas de educación para la salud, medidas legales y fiscales, así como asesoramiento individualizado por parte de especialistas. De este modo, estima que se reduciría en un 3% el gasto sanitario total de cada uno de los países integrantes de la OECD, al reducirse las tasas de mortalidad temprana y morbilidad de la obesidad con otras enfermedades crónicas, los días de incapacidad laboral, las concesiones de certificados de discapacidad y, en definitiva, incrementar la calidad de vida de las personas.

El pasado mes de octubre de 2010, los ministros de salud de los estados miembro de la OECD se reunieron en París para debatir las principales conclusiones del informe Obesity and the economics of prevention: fit not fat y establecer las líneas de actuación para los próximos años.


¿CÓMO CONTROLAR EL ANSIA POR LA COMIDA?: ESTRATEGIAS DE ENTRENAMIENTO PSICOFISIOLÓGICO

El ansia por la comida es una experiencia normal no asociada necesariamente a conductas alimentarias patológicas. Sin embargo, en ocasiones, este deseo irresistible de consumir un determinado alimento puede convertirse en un antecedente inmediato del atracón. Los factores que tradicionalmente se han propuesto como posibles desencadenantes del atracón han sido los afectos negativos y la práctica de dietas restrictivas. No obstante, la mayoría de estudios realizados basados en medidas verbales no han podido establecer relaciones causales entre dichos factores y el atracón. Actualmente, estudios experimentales basados en medidas psicofisiológicas están permitiendo conocer cuáles son los mecanismos motivacionales implicados en el ansia por la comida, así como las complejas interacciones entre restricción, emoción, ansia y atracón. El presente trabajo resume los avances en el campo de la investigación básica que están abriendo nuevas vías para la prevención y el tratamiento psicológico de la bulimia nerviosa (BN).


El ansia patológica por la comida que precede a los atracones en mujeres con BN se vive como una reacción irracional e impulsiva. Esta experiencia subjetiva, se traduce a nivel cerebral en un fallo inhibitorio de los sistemas corticales responsables de la toma de decisiones y del control de la conducta sobre los sistemas subcorticales, responsables a su vez de la expresión de emociones tanto positivas como negativas (Robinson y Berridge, 2003). De esta forma, una disminuida actividad cortical (p.e. lóbulo prefrontal) puede incrementar la actividad subcortical (p.e. sistemas dopaminérgicos) haciendo más probable el aumento del ansia por la comida y la disminución del control de la ingesta de alimentos como ocurre en bulimia nerviosa.


A su vez la comida, de igual forma que la droga, pero con menor intensidad, puede llegar a sensibilizar los sistemas dopaminérgicos inhibiendo a la corteza prefrontal dando lugar a las respuestas más irracionales e impulsivas. Pero no sólo el consumo de comida y los estímulos contextuales y emocionales relacionados con el mismo (p.e., el abandono de la dieta), sino también los sucesos estresantes de la vida cotidiana que causan ansiedad (p.e. un conflicto personal o laboral) pueden provocar una sensibilización crónica de las áreas subcorticales que se encuentran a la base del impulso por la comida haciendo de nuevo más probable el aumento del ansia por la comida y, en última instancia, el aumento de la vulnerabilidad a sufrir los atracones típicos de BN.


Este fallo en el control inhibitorio entre sistemas corticales y subcorticales como responsable de la pobre regulación cognitiva y emocional que caracteriza al ansia por la comida recibe actualmente apoyo gracias a un índice autonómico como es la variabilidad cardiaca. Thayer y Siegel (2002) han propuesto un modelo de integración neurovisceral en el que toda una red de estructuras corticales -implicadas en la regulación autonómica y emocional- se relacionan con la variabilidad de la tasa cardiaca a través de las conexiones que van desde el córtex prefrontal a los sistemas subcorticales (amígdala) y de estas estructuras a las neuronas simpáticas y parasimpáticas que inervan el corazón a través del ganglio estrellado y el nervio vago.


De hecho, se ha encontrado una variabilidad cardiaca reducida en muchos de los trastornos asociados con un fallo del control inhibitorio del eje Hipotálamo-Pituitario-Adrenocortical como la depresión, la trastornos de ansiedad, la esquizofrenia y el estrés crónico (Brosschot, Pieper y Thayer, 2005; Thayer, en prensa), incluidas las patologías caracterizadas por una falta de control de impulsos, como las adicciones y el ansia por el chocolate (Rodríguez y cols., en prensa; Thayer y cols., 2006). Por todo ello, el déficit en la regulación emocional, fisiológica y conductual reflejado en la baja variabilidad (a nivel fisiológico) y en el ansia por la comida (a nivel emocional) puede aumentar la vulnerabilidad a sufrir atracones (a nivel conductual) (Rodríguez, 2005).


Por estas razones, actualmente el entrenamiento para aumentar la variabilidad cardiaca a través de técnicas de biofeedback se ha propuesto como una potente herramienta preventiva y de tratamiento para ayudar a las personas a aprender y desarrollar habilidades de autorregulación y control que mejoren su salud física y emocional. Varios clínicos han encontrado que el uso de las técnicas de biofeedback para mejorar la variabilidad cardiaca son un buen complemento de los programas de tratamiento de trastornos somáticos asociados al estrés, la ansiedad y la depresión como la fibromialgia, la fatiga crónica, la hipertensión, el asma, los trastornos del sueño, la diabetes o las arritmias cardiacas (McCraty y Tomasino, 2004).

Además del biofeedback, existe gran número de técnicas no farmacológicas que pueden llegar a mejorar la variabilidad cardiaca tales como la terapia de campo mental, el entrenamiento aeróbico, el yoga, la meditación y la respiración abdominal. Perspectivas futuras de trabajo empleando diferentes estrategias para incrementar de forma preventiva la variabilidad cardiaca podrían ser efectivas al aumentar el control de impulsos y disminuir los estados de ánimo negativos que acompañan al ansia por la comida. Por tanto, las nuevas técnicas fisiológicas derivadas de la investigación básica podrían reducir el deseo irracional de consumir comida de forma emocional que provoca y caracteriza no sólo a la BN, sino también al trastorno por atracón que actualmente está superando de forma alarmante el número de casos de anorexia y bulimia nerviosa.


¿QUÉ ES EL ANSIA POR LA COMIDA?


En esta obra se analiza la experiencia del ansia por la comida, entendida como un impulso irresistible de comer un determinado tipo de alimentos. Se describe con detalle el origen del término «ansia por la comida», así como las características fundamentales que definen el fenómeno. También se hace un recorrido extenso por las diversas teorías explicativas sobre la aparición del ansia por comer, se estudia el uso de dietas restrictivas como uno los factores más potentes que predisponen a sentir el impulso de comer, y se describen los distintos procedimientos que se emplean en la actualidad para poder cuantificarlo.
A lo largo de los capítulos se tratan las circunstancias ante las que el ansia por la comida se manifiesta de manera especial. Por un lado, el impulso irresistible por comer aparece de forma más intensa y frecuente en determinadas poblaciones, como puede ser en personas deprimidas o en pacientes con anorexia o bulimia nerviosa. Por otro lado, también se aborda la experiencia del ansia por el chocolate, por ser un fenómeno que ha llegado a considerarse como una conducta adictiva. Finalmente, se exponen los principales métodos de tratamiento más recientes y novedosos que se emplean a nivel clínico para el manejo de esta conducta cuando pasa a ser disruptiva y patológica.


Nos encontramos ante un manual que recopila los conocimientos existentes en la actualidad, tanto a nivel clínico como experimental, sobre una de las experiencias más habituales en la población en general. Por tanto, es un libro que tiene una doble finalidad: por un lado, proporcionar un conocimiento exhaustivo sobre el concepto del «ansia por la comida», y por otro, ofrecer estrategias para el manejo de ésta.

ANSIA POR LA COMIDA Y BULIMIA NERVIOSA: MECANISMOS PSICOFISIOLÓGICOS IMPLICADOS EN LA ALIMENTACIÓN EMOCIONAL

Enmarcados en los proyectos "Ansia por la comida y trastornos de la conducta alimentaria: Instrumentos de evaluación y mecanismos psicofisiológicos" (BSO2001-3015) y "Mecanismos motivacionales del ansia por la comida: su papel en la explicacion de los trastornos de la conducta alimentaria" (SEJ2005-06699), los estudios que se presentan a continuación han examinado los posibles mecanismos psicofisiológicos subyacentes al craving1 o ansia por el chocolate en particular, y por la comida en general. Éstos aportan información sobre las complejas interacciones entre los mecanismos apetitivos y defensivos que pueden ser clave para entender científicamente el problema del craving o ansia por la comida y su potencial relación con los trastornos de la conducta alimentaria.
Amor y odio son los sentimientos que suscita el amargo placer de comer el prohibido chocolate. Éste, es uno de los alimentos que más se ha asociado a los cravings por la comida. El término craving o ansia se refiere al "deseo irresistible de consumir una determinada sustancia" y se define como un estado motivacional -fisiológico y psicológico- que promueve la búsqueda de sustancias y la consiguiente realización de conductas de ingesta o consumo de esas sustancias, generalmente drogas o comida (Tiffany, 1995). La investigación sobre los cravings es relativamente reciente y surgió asociada al ámbito de las adicciones -drug craving-. La capacidad predictiva de los cravings por la comida con respecto a los trastornos de la conducta alimentaria, hace que su conocimiento se convierta en una herramienta útil para comprender mejor los trastornos de ingesta compulsiva, los atracones en bulimia nerviosa (BN) o el abandono temprano de los tratamientos destinados a la pérdida de peso en personas obesas.


Muchas han sido las explicaciones que han buscado las causas de la necesidad imperiosa de comer un alimento específico (craving) cuando la persona pretende mantener un cierto control o auto-restricción sobre su consumo (dieta). La compensación de un estado nutricional deficitario y/o la evitación de estados de ánimo negativos (reforzamiento negativo), la búsqueda de sensaciones placenteras (reforzamiento positivo) o la activación de los sistemas dopaminérgicos implicados en la motivación apetitiva (sensibilización neural) son algunos de los posibles factores predisponentes del ansia por la comida (Cepeda-Benito y Gleaves, 2001). Sin embargo, menos han sido las propuestas que han evaluado las respuestas fisiológicas ante la comida y encontrado su significado psicológico para las personas que experimentan craving.


Este es el objetivo principal de nuestros trabajos de investigación: conocer los mecanismos psicofisiológicos implicados en el ansia por la comida y estudiar cómo son modificados por diferentes condiciones desencadenantes (la deprivación de alimento y/o el estado de ánimo negativo) en población no clínica, subclínica y con BN. Para ello, realizamos tres estudios en los que seguimos la metodología de la modulación emocional de los reflejos defensivos (Respuesta Cardiaca de Defensa [RCD] y Reflejo Motor de Sobresalto [RMS]) a través de la visualización de imágenes afectivas (agradables, neutrales, desagradables, y chocolate/comida) propuesta por los grupos de investigación del profesor Jaime Vila (2003) y del profesor Peter J. Lang (1995). También registramos la Respuesta de Conductancia de la piel [RC] de forma simultánea y la Variabilidad Cardiaca [VC] en reposo, y evaluamos las reacciones subjetivas a las imágenes afectivas presentadas durante la prueba psicofisiológica.

El primer estudio realizado estuvo centrado en examinar los mecanismos psicofisiológicos del craving por el chocolate. Participaron 72 estudiantes seleccionadas en función de sus puntuaciones altas o bajas en el Food Craving Questionnaire-Trait adaptado al chocolate. Los resultados referentes a la RCD mostraron que en el grupo de alto craving, tanto el sistema motivacional apetitivo como el defensivo, se activan en mayor grado ante las imágenes de chocolate y desagradable, respectivamente, que en el grupo de bajo craving.
A su vez, el grupo de alto craving incrementó la magnitud del RMS y la RC ante las imágenes de chocolate, comparado con el grupo de bajo craving. Estos resultados junto a la evaluación subjetiva de dichas imágenes como más agradables, activantes y con menor nivel de control por parte de las participantes con alto craving muestran que las imágenes de chocolate generaron sentimientos de ambivalencia o un conflicto motivacional de aproximación-evitación (Rodríguez, Fernández, Cepeda-Benito y Vila, 2005).


En un experimento posterior, cuyo objeto de estudio fue estudiar el craving por la comida en población con riesgo de padecer BN (n= 72), encontramos que la simultaneidad aproximación-evitación está determinada por la restricción calórica y el estado de ánimo en el que se encuentra la persona. De forma que, a las participantes con alto craving que acaban de comer y a las que se les inducía un estado motivacional negativo previo, las imágenes de comida les resultaban claramente más desagradables y mostraban ante ellas respuestas más defensivas (mayor RCD y RMS que aquellas participantes que no habían comido en seis horas y bajo estados de ánimo positivo y neutro). Estos resultados son apoyados y replican los de estudios correlacionales más recientes sobre restricción calórica y estado de ánimo (Waters, Hill y Waller, 2001).


En un último estudio clínico en el que participaron mujeres con alto craving por la comida y BN (n= 24), hemos encontrado una hiporreactividad autonómica ante las imágenes de comida (más cercana a un estado emocional de ansiedad generalizada que de miedo), que muestra la pobre regulación autonómica y emocional que caracteriza a las mujeres con BN. Este déficit de regulación emocional fue reflejado por un mayor afecto negativo (ansiedad y depresión) y una mayor potenciación de los reflejos defensivos (RCD y RMS) ante las imágenes de comida en mujeres con BN, más acentuado, si éstas tenían baja VC. Estos datos de nuevo son respaldados por los experimentos psicofisiológicos más recientes llevados a cabo en el ámbito de la psicopatología (p.e. trastornos de ansiedad, adicciones…) (Cuthbert y cols., 2003; Thayer y Siegle, 2002)


En resumen, los trabajos comentados muestran la existencia de un continuo que va desde un estado motivacional no patológico (craving por la comida) hasta el inicio y/o desarrollo de BN así como los factores precipitantes implicados en su evolución (restricción-emoción-craving-atracón). De estos estudios se deriva la importancia de evitar los factores previos que intensifican el craving por la comida y que puedan llevar en última instancia a un episodio de atracón. Para ello, se recomienda no prohibir alimentos de la dieta (p.e. el chocolate) y no intentar comenzar y/o mantener esa dieta restrictiva durante estados emocionales negativos (p.e. ansiedad, estrés, tristeza o depresión…). En conclusión, una forma de prevención de los trastornos de la conducta alimentaria relacionados con la ingesta compulsiva sería dejar de comer en función de nuestras emociones, o lo que es lo mismo, abandonar una posible alimentación emocional.

LOS TRASTORNOS ALIMENTARIOS, OBESIDAD Y SOBREPESO

Los trastornos alimentarios son trastornos psicológicos que cursan con graves alteraciones de la conducta alimentaria. Aproximadamente entre un 2% y un 4% de mujeres jóvenes sufre síndromes completos de trastornos del comportamiento alimentario (TCA): anorexia y bulimia nerviosas. Según criterios DSM-IV-TR (APA, 2000), la patología alimentaria, incluyendo formas clínicas completas o subclínicas como el trastorno por atracón, constituye uno de los problemas psicológicos más prevalentes en las mujeres.

Son alteraciones marcadas por la cronicidad y las recaídas y asociadas a un elevado riesgo de suicidio. Sus consecuencias pueden ser muy severas, hasta tal punto que pueden causar la muerte. Así mismo, presentan una elevada comorbilidad con otro tipo de trastornos, como la depresión, la ansiedad, el abuso de sustancias, los problemas de salud y obesidad.


Los TCANE son síndromes parciales de anorexia y bulimia nerviosas. También lo es el trastorno por atracón (APA, 2000), que ha sido propuesto para ser aceptado como trastorno alimentario y que actualmente genera una enorme atención, especialmente por su relación con el sobrepeso y la obesidad. Parece que por lo menos un tercio de las personas obesas sufre un "trastorno por atracón" (Saldaña, 2001).

La obesidad es una enfermedad crónica, compleja y multifactorial, que suele iniciarse en la infancia y la adolescencia. Tiene su origen en una interacción genética y ambiental, siendo más importante la parte ambiental o conductual, que se establece por un desequilibrio entre la ingesta y el gasto energético.

En este sentizo, el esclarecimiento del papel y la influencia de los factores demográficos es fundamental para desarrollar estrategias preventivas efectivas y sostenibles (Serra Majem et al., 2003).

La obesidad en la infancia, sobre todo en la segunda década de la vida, es un potente predictor de la obesidad en el adulto.
En general, la obesidad infantil en los países desarrollados suele ser más frecuente en los niveles socioeconómicos más desfavorecidos, con peor nivel nutricional y formativo, que la consideran todavía como un indicador de salud y posición social. La inexistencia de cifras de prevalencia de obesidad a escala nacional motivó que el Estudio enKid (Serra Majem et al., 2003), diseñado para evaluar los hábitos alimentarios y el estado nutricional de la población infantil y juvenil española (1998-2000), incluyera su estimación. Éste se llevó a cabo en una muestra representativa de la población española de 2 a 24 años (n = 3.534). Se determinaron el peso y talla mediante procedimientos estandarizados con instrumentos homologados.


La prevalencia de obesidad en España es del 13,9% y la de sobrepeso y obesidad del 26,3% (sólo sobrepeso, 12,4%). La obesidad es mayor en varones (15,6%) que en mujeres (12%), y también lo es el sobrepeso. Por edades, los jóvenes de 6 a 13 años presentan valores más elevados de obesidad. La obesidad es mayor entre aquellas personas que no desayunan o desayunan mal. Las tendencias indican un incremento de la prevalencia de sobrepeso y obesidad infantil y juvenil en las últimas décadas, más marcado en varones y en edades prepuberales (Serra Majem et al. 2003).

La obesidad no sólo es predictora de enfermedad sino que es un potente factor de insatisfacción corporal y un factor de riesgo de llevar a cabo comportamientos no saludables con el objetivo de adelgazar (Newmark-Sztainer, Story, Hannan, Perry y Irving, 2002; Boutelle, Newmark-Sztainer, Store y Resnick, 2002).

Esto ha dado lugar a que actualmente se hable de los "trastornos relacionados con el peso". De hecho, según afirman Neumark-Sztainer et al. (2006), existe un amplio espectro de alteraciones alimentarias y relacionadas con el peso, que oscila desde la pura imagen negativa y la preocupación por el peso y la figura hasta trastornos alimentarios como anorexia y bulimia nerviosa (Levine y Smolak, 2006; Neumark-Sztainer, 2005). Cash identificó entre un 19% y un 6% de mujeres jóvenes y adultas, y hombres respectivamente que sufrían un malestar considerable asociado a insatisfacción corporal (Cash, 2002).


Levine y Smolak (2006) estiman que el espectro de los trastornos alimentarios afecta a entre un 10% y un 15% de chicas y mujeres entre los 9 y los 19 años. Estas cifras pueden ser mucho más elevadas si tenemos en cuenta a las personas que realizan conductas poco saludables, aunque no necesariamente extremas, para controlar el peso, como: saltarse comidas, ayunar o fumar. En un amplio estudio longitudinal realizado en adolescentes (Neumark-Sztainer, Story, Hannan, Perry y Irving, 2002), más de la mitad de las chicas afirmaron haber llevado a cabo estas conductas poco saludables durante el año anterior.


En nuestros estudios, cuando lo que valoramos es la insatisfacción corporal, hemos podido observar que en mujeres estudiantes de peso normativo, un 80% desean perder peso (Raich, Torras y Figueras, 1996). En una muestra de más de 120 pacientes que acudían a centros de estética se halló una mucho más elevada preocupación por la imagen corporal que en grupos de mujeres (70) y hombres (70) que no iban a dichos centros. Las mujeres que acudían a los centros de estética superaban en un 32% el punto de corte del instrumento empleado para la evaluación, frente a un 10% en las otras mujeres y un 0% en los hombres (Raich y Torras Clarasó, 2002).


Durante 15 años nuestro equipo ha estudiado las preocupaciones por la imagen corporal que presentan diversos grupos poblacionales adolescentes, observando en todos ellos que el nivel de preocupación e insatisfacción corporal es superior en las mujeres y va unido a mayores esfuerzos para adelgazar (Raich, Sánchez Carracedo, Torras, 2001; Raich, Torras Clarasó y Mora, 1997; Raich y Torras, 2002). No es extraño que en estas condiciones de insatisfacción se acuda a remedios de estética, por ejemplo, la dieta para reducir el peso, como ha quedado plasmado en el estudio realizado por López Guimerà, Portell, Fauquet, Sánchez Carracedo y Raich (2007).


En conjunto podemos decir que se ha ampliado el abanico de estudio de los trastornos alimentarios. Nos encontramos actualmente en una situación que se podría caracterizar de la siguiente manera. Por una parte, el aumento de la tasa de prevalencia de la obesidad, especialmente entre los más jóvenes, el análisis del medio tóxico (Henderson y Brownell, 2004) que facilita la incorporación de malos hábitos alimentarios y de pobre ejercicio físico, las consecuencias, no sólo físicas sino sociales y psicológicas de la obesidad y el sobrepeso, y lo que es aún más alarmante, la exagerada preocupación por el peso en personas con un IMC normal. Por otra parte, la exagerada y popular dieta restrictiva recomendada en muchos medios de comunicación como saludable (sin explicar las nefastas consecuencias que conlleva), en una sociedad en la que se promueve la insatisfacción corporal con el fin de promover el consumo indiscriminado de "remedios de belleza" y la persecución de un ideal imposible.

Frente a este panorama, los responsables de la salud deberán intervenir en distintos ámbitos, desde el individual, familiar y escolar hasta un nivel más amplio como es el político con el fin de cambiar la cultura que actualmente promueve muchos de los problemas que se han descrito.


¿QUÉ INFLUYE EN LA APARICIÓN DE ATRACONES Y CONDUCTAS PURGATIVAS?



Los factores de riesgo que impulsan a los jóvenes a los trastornos de alimentación son diferentes para niños y niñas. A los adolescentes varones parece preocuparles más comentarios acerca de su estado físico, sobre todo, si provienen de las figuras paternas. Sin embargo, en las chicas parece que tiene más influencia la presión mediática y la promoción de un ideal de belleza poco saludable. Éstas son las conclusiones de un estudio publicado recientemente en la revista Archives of Pediatrics and Adolescent Medicine.

Las preocupaciones por el peso y el aspecto corporal son bastante comunes en niños y adolescentes, tanto es así, que se estima que entre un 2% y un 4% de las mujeres jóvenes presenta trastornos del comportamiento alimentario, y está tendencia sigue en aumento cada año. Las cifras son más preocupantes si tenemos en cuenta que las tasas de morbilidad en España asociadas a dichos trastornos oscilan entre un 3,3% y un 5,6% en jóvenes de 12 a 20 años.
Aunque existen numerosos estudios sobre los trastornos de la alimentación en adolescentes, todavía no se conocen qué factores intervienen en la aparición de atracones y conductas purgativas (como provocarse el vómito o utilizar laxantes para controlar el peso) en menores de edad antes de recibir tratamiento. Por este motivo, diversos investigadores están estudiando los factores precipitantes del inicio de patrones de conducta de control de peso no saludables y de alimentación compulsiva en adolescentes, con el objetivo de realizar programas de prevención eficaces.
 
 
En esta línea, un reciente estudio, llevado a cabo por investigadores de la universidad de Harvard, ha analizado la relación entre distintos factores de riesgo, como realización de dietas frecuentes, imitación de modelos, comentarios negativos por parte de familiares y amigos, entre otros; y el desarrollo de atracones y conductas purgativas. Para ello, realizaron un seguimiento periódico de 6.916 niñas y 5.618 niños, de entre 9 y 15 años de edad al inicio del estudio, durante 7 años.
 
 
Al finalizar el seguimiento, se observó que el 10,3% de las niñas y el 3% de los niños habían iniciado algún tipo de conducta purgativa y de episodios de atracones al menos una vez a la semana. Las niñas presentaron unos porcentajes ligeramente similares de conductas purgativas (5,3%) y de atracones (4,3%), mientras que los niños mostraron una tendencia mayor hacia los episodios de alimentación compulsiva (2,1% frente al 0,8% de conductas purgativas).
 
 
Así mismo, se observaron diferentes factores de riesgo para el desarrollo de estas conductas en función del género. La realización de dietas frecuentes y la imitación de modelos son factores predictores del desarrollo de atracones y conductas purgativas en niñas. Sin embargo, a los niños les afectan más los comentarios negativos sobre su peso realizados por los padres. Por otro lado, la historia previa de problemas de alimentación en la madre no se identificó como un factor predictor del desarrollo de estos patrones de conducta no saludables en ninguno de los dos grupos.
 
 
Estos resultados tienen importantes implicaciones para el desarrollo de campañas eficaces de prevención en menores de edad, señalando que éstas deben ser específicas en función del sexo y de la edad del público al que van destinadas. Así, las campañas de prevención dirigidas a niñas deben contemplar aspectos relacionados con la implementación de estrategias de protección frente a la presión mediática, como el desarrollo de actitudes críticas hacia el culto a la imagen que se da en los medios de comunicación. Por otra parte, los programas de prevención para varones deben centrarse en estrategias para aumentar la resistencia hacia los comentarios negativos sobre su peso realizados dentro del entorno familiar, así como pautas de psicoeducación para padres.

Adelgazar ayudaría a reducir los síntomas de la menopausia

Bajar de peso podría ayudar a evitar los síntomas de la menopausia, según un estudio de la empresa de salud Kaiser Permanente, Estados Unidos, publicado por Daily Mail.

La encuesta incluyó datos 17.473 de mujeres menopáusicas que no realizan el reemplazo hormonal. Todas hicieron una dieta baja en grasa, con frutas, verduras y productos integrales. Las que lograron adelgazar 4,5 kg presentaron menos problemas, sintieron menos ahogos y se redujo la transpiración nocturna, en comparación con quienes perdieron menos peso o se mantuvieron

Estos hallazgos podrían llevar a que los médicos recomienden un régimen antes de prescribir una terapia hormonal.

No saben exactamente el por qué del beneficio. Una de las posibilidades es que la reducción de peso disminuye los niveles de ciertas hormonas que desencadenan los síntomas de la menopausia. Los científicos también muestran que exceso de grasa puede impedir que el cuerpo vuelva a la temperatura ‘normal’ después de las olas de calor

Fuente: http://vidayestilo.terra.com/salud/estudios/adelgazar-ayudaria-a-reducir-los-sintomas-de-la-menopausia,f5d5623dda088310VgnVCM20000099cceb0aRCRD.html

Científicos dan tres recomendaciones para adelgazar

Científicos dan tres recomendaciones para adelgazar

Llevar un diario estricto de lo que se consume, evitar ingerir alimentos en restaurantes y no saltarse ningún alimento en el día ayuda a las mujeres obesas o son sobrepeso a adelgazar, según los resultados de un estudio difundido hoy.

Un control de lo que se come diariamente impide que las mujeres se engañen sobre la cantidad que ingirieron, indicaron expertos del Centro de Investigación de Cáncer Fred Hutchinson.

Señalaron además que evitar consumir alimentos en restaurantes y no descuidarse con las comidas diarias contribuye a eliminar las libras de más.

Los resultados del estudio fueron publicados por la revista Journal of the Academy of Nutrition and Dietetics

El equipo involucró en la investigación a 123 mujeres obesas o con sobrepeso de entre 50 y 75 años sometidas a dieta durante un año.

Las voluntarias fueron divididas en dos grupos, uno restringió su consumo de calorías y el otro además de tener una dieta limitada debía practicar ejercicios físicos.

Entre los consejos que se dieron a las participantes es que escribieran diariamente lo que ingerían y los detalles de la preparación de cada alimento.

En promedio cada una de las voluntarias perdió un 11 por ciento del peso corporal.

La mayor parte siguió una dieta de mil 200 y dos mil calorías.

Sin embargo, las que llevaron un control estricto de lo que comían por escrito perdieron 2,7 kilos más en comparación con aquellas que no siguieron esa orientación.

El estudio mostró también que las que almorzaban en restaurantes perdieron 2,2 kilos menos en comparación con quienes no ingirieron alimentos en ese lugar.

"Si usted lo escribe, parece más real. Si no lo escribe, es fácil pretender y engañarse a sí misma de que no ha comido tanto" indicó Anne McTiernan, autora principal del estudio.

Fuente: http://www.prensa-latina.cu/index.php?option=com_content&task=view&id=526309&Itemid=1

Los trastornos alimenticios afectan a cualquier edad

Se cree que los trastornos alimenticios son exclusivos de las mujeres, especialmente de las adolescentes y jóvenes, pero ahora un nuevo estudio revela que la edad no supone una barrera para los trastornos alimentarios. Según el trabajo que se publica en International Journal of Eating Disorders, un 3,5% de las mujeres mayores de 50 años experimentan atracones, casi el 8% reconce haberse purgado, y más del 70% está tratando de perder peso. El estudio revela además que el 62% de las mujeres afirmaron que, de una u otra forma, el peso tiene un impacto negativo sobre su vida.


Los investigadores, dirigidos por Cynthia Bulik, de la Universidad de Carolina del Norte Programa (EE.UU.), analizazon a 1.849 mujeres que participaban en en el Estudio sobre la Imagen Corporal. Según Bulik, hay poca información sobre cómo se sienten las mujeres mayores de 50 años en relación a su cuerpo. «Pensamos que la mayoría está satisfecha con su cuerpo pero, en realidad, nadie se ha molestado en preguntar. Y, además, la mayoría de la investigación se centra en las mujeres más jóvenes».


En este trabajo el promedio de edad de las participantes fue de 59: un 27%, eran obesas, el 29% tenían sobrepeso, un 42% tenían un peso normal y el 2% tenía bajo peso.

Muy frecuentes

Los resultados revelaron que los síntomas de trastornos alimentarios eran comunes. Así, cerca del 8% de las mujeres informó de haberse purgado en los últimos cinco años −la purga es similar a la bulimia y afecta especialmente a las mujeres−, y el 3,5% había sufrido un atracón en el último mes. Estos comportamientos era más prevalentes en las mujeres con 50 años de edad, pero también eran comunes en las mayores de 75 años.


En cuanto a los problemas de peso, los expertos comprobaron que el 36% de las mujeres habíando estado a dieta, por lo menos, la mitad de los últimos cinco años, que el 41% comprobaba su peso todos los días y que el 40% se pesaba un par de veces a la semana o más. Además, un 62% de las mujeres reconociero que su peso o la forma de su cuerpo tenían un impacto negativo en su vida: el 79% dijo que afectaba a su auto−percepción y el 64% pensaba en ello todos los días.

Poco saludables

En cuanto a los métodos para adelgazar, había para todos los gustos, la mayoría muy poco saludables: pastillas para adelgazar (7,5%), ejercicio excesivo (7%), diuréticos (2,5%), laxantes (2%) y vómitos (1%).


Según Buli, la conclusión es que los trastornos alimentarios y las preocupaciones sobre el pero y las formas de nuestro cuerpo no discriminan por razones de edad. Por eso, señala, «hay que estar alerta ante los síntomas del trastorno alimentario y las preocupaciones excesivas sobre el peso y la forma del cuepro ya que pueden influir negativamente en el bienestar de las mujeres, tanto física como psicológicamente a medida que envejecen».


Fuente: http://www.entornointeligente.com/articulo/1281700/VENEZUELA-Los-trastornos-alimenticios-afectan-a-cualquier-edad-22062012

Las mujeres obesas sufren mayor discriminación laboral

sobrepeso2A la hora de conseguir un puesto de trabajo, las mujeres con sobrepeso tienen menos posibilidades que las demás, y también perciben sueldos más bajos, según indica un estudio publicado en la revista International Journal of Obesity.

Los investigadores, de las Universidades de Manchester (Reino Unido) y Monash (Australia), hicieron que los participantes, que no conocían el objetivo del estudio, revisaran una serie de currículums que incluían fotos de las candidatas, y que debieron clasificar por su aptitud, sueldo inicial y potencial de liderazgo.

Los resultados indicaron que existía discriminación en función del aspecto físico. "Usamos fotos de mujeres antes y después de someterse a cirugía, y las clasificaciones fueron distintas en función de si el currículo contenía una foto de una mujer obesa o una foto de la misma mujer con un peso dentro del rango considerado normal", explica Kerry O'Brien, uno de los autores.

Además, los investigadores constataron que las personas más autoritarias y con mejor percepción de su propio atractivo físico discriminaban más. "Cuanto más alto puntuasen los participantes su propio atractivo físico y la importancia del aspecto físico, mayores eran el prejuicio y la discriminación", señaló O'Brien. "Una interpretación posible de este hallazgo es que tenemos mejor opinión de nuestro propio cuerpo si nos comparamos con personas gruesas y las discriminamos, pero esta afirmación hay que comprobarla experimentalmente".

Los autores señalan la importancia de hacer frente a este tipo de prejuicios que sitúan a ciertos sectores más vulnerables de la población en desventaja frente a los demás. "Conviene planificar intervenciones y estrategias que reduzcan los prejuicios. Además queda claro que los motivos de este prejuicio provienen de nuestra propia personalidad y de la percepción de uno mismo", destacó O'Brien. "Para justificar esta clase de prejuicio se manejan estereotipos tales como atribuir un comportamiento perezoso y glotón a los obesos, entre otros".


La obesidad y la depresión se relacionan genéticamente

sobrepeso2Las personas con depresión tienen más posibilidades de padecer sobrepeso. ¿Cuál es la relación entre estas enfermedades? Un estudio publicado en la revista Molecular Psychiatry ha demostrado que la depresión modifica el efecto del "gen de la obesidad" sobre el índice de masa corporal de un individuo.


Los investigadores, de la Universidad de Granada, seleccionaron tanto a individuos diagnosticados con depresión recurrente como a personas sin ningún tipo de enfermedad mental y estudiaron la relación entre diferentes formas del gen FTO (gen de la obesidad) con el índice de masa corporal de los pacientes. Los resultados muestran como las personas con depresión tienen más probabilidad de tener un índice de masa corporal alto, y este efecto está muy relacionado con el tipo de polimorfismos del citado gen.

Tanto la depresión como la obesidad son enfermedades muy frecuentes y quienes las sufren tienen, además, mayor riesgo de padecer afecciones cardiovasculares e hipertensión. El conocimiento de las variantes del gen FTO que producen un aumento de peso puede ser muy útil para identificar a los individuos con depresión que tienen más posibilidades de sufrir sobrepeso, y tomar por lo tanto medidas orientadas a evitarlo.
 
http://www.muyinteresante.es/la-obesidad-y-la-depresion-se-relacionan-geneticamente