
Ya estamos en primavera y pronto
llegará el buen tiempo, lo que significa dejar el abrigo en el armario, y
también en muchos casos, querer perder unos kilos. Por eso, para algunos ya ha
empezado la operación bikini o están planteándose empezarla, así que buscarán
dietas y consejos para bajar de peso, y si es de forma rápida y sin esfuerzo
mejor. Pero cuidado, que seguro que habéis oído o habéis comprobado, que perder
peso en poco tiempo suele tener un efecto rebote, así que es una solución
temporal que a medio plazo nos puede hacer sentir peor, con la sensación de
fracaso, e incluso con algún kilo de más. Además, adelgazar demasiado rápido o
seguir una dieta incorrecta puede traernos problemas afectando a nuestras
defensas, produciendo anemia, o haciendo que aparezcan problemas digestivos,
entre otros.
Es conveniente que la pérdida de
peso no se reduzca a hacer un régimen de urgencia, por una cuestión estética,
sino que se convierta en un tema de salud, y para ello se han de valorar
diferentes factores que pueden estar influyendo en nuestra alimentación y
nuestro estilo de vida, incluidos los psicológicos. Y es que en muchas
ocasiones, el mayor obstáculo para adelgazar, somos nosotros mismos, aunque nos
resulte más fácil culpar a la constitución de nuestra familia, a nuestro propio
metabolismo o al que se inventó la
maldita dieta que a no nos funciona…. Primero, es necesario decidir si
realmente queremos perder peso y marcarnos unos objetivos realistas, en kilos y
tiempo. Cuando creemos que además de la parte estética, que no deja de ser una
imposición social, es también algo positivo para mejorar nuestra calidad de
vida y nuestra salud, aumenta nuestra motivación, y entonces será el momento de
reconocer todo lo que hacemos y lo que podemos cambiar para conseguir nuestro
objetivo. En ese punto, toca asumir la responsabilidad y comprometerse,
buscando la ayuda necesaria, sin caer en la trampa de promesas milagrosas.
Hay 3 herramientas que son clave
para el éxito y se han de tener en cuenta: alimentación, ejercicio físico y
equilibrio psicológico y emocional. El tercero, aunque es el que menos se tiene
en cuenta, es muy importante porque el estado anímico influye en la
alimentación, y es una de las razones por la que no todas las dietas funcionan
a todas las personas.
1. Alimentación: Cada vez hay más dietas pero es imprescindible
saber que nos conviene comer según nuestra edad y nuestras necesidades, y
también como hemos de comer.
2. Ejercicio físico: hace que quememos calorías y ayuda a hacer
frente a la ansiedad. Si nos da pereza, buscar un compañero con quien compartir
la actividad física y los progresos, puede hacer que nos parezca más ameno y
nos ayudará a vencer la pereza.
3. Equilibrio psicológico y emocional: es beneficioso darse cuenta
de los factores psicológicos que influyen en tener sobrepeso, o tendencia a
engordar, y en poder perder peso. Será conveniente:
•Analizar para qué se
quiere bajar de peso y reforzar la voluntad, ganando seguridad en uno
mismo. Sentirse presionado a tener una silueta de modelo, puede generarnos
preguntas respecto a como nos valoran los demás, y como nos valoramos nosotros
mismos. Según los sentimientos que estas preguntas nos despierten, el cuerpo
puede reaccionar favoreciendo pequeños o grandes sabotajes. Y aunque nos
obligemos a actuar de manera condicionada y mecánica, sin una convicción clara,
acabaremos poniéndonos a la defensiva con bastante probabilidad, y nos será más
difícil cumplir nuestro objetivo.
•
Además, la educación sobre alimentación
que hemos recibido desde pequeños influye en lo que comemos. Podemos tener
hábitos y actitudes poco saludables que tendrán que cambiarse para perder peso.
Pero pueden estar tan arraigados que generen algunas dificultades y pueden
poner en peligro la dieta. Para impedirlo, es necesario descubrir y manejar lo
que pueda ser un obstáculo, y vencer las limitaciones a la hora de conseguir
resultados.
•
Por eso, otro punto importante es mejorar
la expresión emocional para que la comida no sea una vía de escape a
determinadas situaciones o problemas. Según como nos sentimos, nos apetecen
determinados alimentos, y a veces comemos sin hambre, por ansiedad. Ésta puede
aumentar si hacemos dieta y esperamos resultados, pero comer por ansiedad
invita a buscar alimentos calóricos, de forma rápida, lo que será un problema
durante el proceso, o después, haciendo que recuperemos peso. Se pueden
aprender técnicas de relajación y otros recursos para manejar las emociones e
impedir que nos conduzcan a la nevera.
•
También será necesario mantener a raya
las obsesiones, ya que el organismo nos pedirá que comamos, y en especial
todo aquello que se sale de la dieta si considera que se ha bajado en exceso el
nivel de energía y calorías que recibe. El cuerpo no entiende de modas, pero
sabe que para sobrevivir necesitamos energía, y por lo tanto, comer, así que
nos mandará mensajes en forma de pensamientos o sueños sobre comida, y
aumentará la intensidad si ve que no le hacemos caso.
Si tú ya has tomado la decisión,
ahora es el mejor momento para empezar, pero si lo vas dejando, es que no estás
suficientemente convencido, por miedo a pasarlo mal, por miedo a no
conseguirlo,… Quizás no lo necesitas! No te dejes llevar por lo que digan los
demás, escúchate a ti mismo y podrás decidir. Pero si te decides y empiezas
persevera. Marca en un calendario si has hecho ejercicio y los progresos que
vas consiguiendo, y recuerda siempre, que pedir ayuda puede marcar la
diferencia entre intentarlo y conseguirlo.
Fuente:
http://naturalmentepsicologia.wordpress.com/tag/operacion-bikini/