Uno de los
problemas que más preocupan a los padres es la alimentación de los más
pequeños. ¿Qué alimentos son buenos para los niños? ¿Qué alimentos debemos
racionar? Y estos alimentos que racionamos, ¿en qué medida debemos hacerlo?
¿Cómo podemos establecer buenos hábitos de alimentación? ¿Cómo podemos prevenir
problemas relacionados con la ingesta?
La rutina
alimenticia cobra un papel importante en la personalidad del niño desde antes
de nacer. Teniendo en cuenta que la ingesta es una de las necesidades básicas
más importantes del niño (basta recordar, como apunte a su importancia, que la
alimentación que el feto recibe en su fase prenatal tiene un gran peso en su
salud posterior), la manera de llevarla a cabo será determinante para
establecer unos buenos hábitos alimenticios.
De la misma
manera que desde pequeños les enseñamos a ser educados, también les debemos
enseñar a comer correctamente. Y con ello no nos referimos únicamente a tener
una dieta variada, aunque no por ello le debemos restar importancia; el niño
necesita unas ciertas cantidades de nutrientes para que su organismo y su mente
funcionen adecuadamente y puedan encajar de la mejor manera posible los cambios
que se producen en los primeros años de vida.
Nos referimos,
también, a establecer una buena relación
con la comida; de esta manera, estaremos previniendo problemas psicológicos como pueden ser los trastornos de
alimentación, y problemas físicos, como la obesidad, entre otros.
¿Qué podemos hacer para ello? Estas 10 pautas te
pueden ayudar. Toma nota y ponlas en práctica:
1. Asociar la comida con buenas sensaciones
El momento de
la comida no solo tiene como objetivo alimentarse; es un momento de
comunicación familiar que, para muchas familias, supone el único momento diario
en que todos los miembros se reúnen; es el momento adecuado para comunicarse.
Si las charlas
que se mantienen son animadas, creará buenas sensaciones y eso favorecerá una
predisposición en el niño para sentarse en la mesa y compartir ese ratito con
sus familiares. Aunque nuestro hijo sea mal comedor, sentarse delante de la
comida puede ser el paso previo a la ingesta. Por cierto, la televisión, mejor
apagada.
2. Toda dieta debe ser variada
Si los niños
reciben una dieta variada desde pequeños, tolerarán mejor los alimentos que no
les gustan. Si existen problemas, podemos mezclar alimentos que les gusten
mucho con otros que no les gusten a penas, y crear patrones de ingesta, (por
ejemplo, alternar los trozos de cada alimento).
No es buena
idea enmascarar los alimentos que no gustan, pues de esta forma disfrazamos el
problema sin resolverlo.
3. NO usar la comida como refuerzo y/o castigo
Si lo hacemos,
estaremos añadiéndole un valor positivo (en caso de usarla como refuerzo) o
negativo (en caso de usarla como castigo), y ya hemos visto que no nos
conviene. Así estaremos evitando que el niño asocie algunos alimentos como
“buenos” y otros como “malos”.
4. Establecer una buena rutina de comida
El horario
semanal debe de permitir estipular un horario repetitivo de comida y cena
(siempre a las mismas horas), de manera que el niño pueda anticiparlo. El menú
semanal deberá ser creado a principios de semana, deberá ser el mismo para
todos y todos deberán conocerlo.
5. Decora los platos
Los alimentos
coloridos llaman la atención de los más pequeños. Puede ser una muy buena manera
de conseguir que coman frutas y verduras. Decorar no es lo mismo que disfrazar
u ocultar. Todos los alimentos deberán estar a la vista y deberán ser
reconocibles.
6. No intentes que todos los alimentos le gusten
Es realmente
imposible. Pero sí que deberá tener predisposición para probar cualquier
alimento nuevo. Anímale a que lo haga y refuérzale posteriormente con un gesto
cariñoso, aunque no le haya gustado. Si quieres afianzar todavía más su
predisposición a probar, predica con el ejemplo.
7. Fuera distracciones
Cuando se
come, se come. Nada de ver la televisión ni de jugar con un juguete. La familia
debe de ser la única distracción.
8. Dales un total de cinco comidas al día
Desayuno,
almuerzo, comida, merienda y cena, espaciadas por unas 2 o 3 horas. No es
recomendable darles comida fuera de estos momentos, pues les quitarán las ganas
de comer. Si en un momento determinado se les antoja un helado, postérgalo para
el postre (pero, recuerda: no lo uses como premio). Permíteles algún dulce los
fines de semana.
9. Cocina con o delante de ellos
Así entenderán
que la comida cocinada en casa es mejor que la comprada. Ofréceles la
oportunidad de ayudarte a cocinar, asignándoles pequeñas tareas en función de
sus edades. Ayudar a cocinar la cena puede ser un buen aliciente para comerla.
10. Refuerza cada avance con un gesto cariñoso
Los avances
pueden ir desde probar un alimento nuevo, hasta terminarse el plato.
Con estas 10
pautas, estaremos enseñando a los más pequeños que la comida es un aliado para
nuestra salud. Con constancia y buenos hábitos podemos conseguir una relación
sana con la comida y evitarnos así problemas indeseables. Si, además, servimos
de buen ejemplo para nuestros hijos, mucho mejor. ¡Merece la pena intentarlo!
Fuente: http://psicopedia.org/4662/prevenir-problemas-de-alimentacion-en-nuestros-hijos/