Una reciente
investigación de la Universidad de Exeter (Reino Unido), publicada en
Metabolism, ha descubierto que la paciencia del tejido adiposo, que es adónde
van a parar todas las calorías de más, tiene un límite. Y llega un momento en
el que tras expandirse tanto, sus células se sofocan, son privadas de oxígeno y
se produce "un proceso de cicatrización"; la grasa se vuelve dura y
poco eficiente, queda sellada, casi a fuego, alrededor de los órganos. Su
apellido es visceral y es la más difícil de perder; además de aumentar el
riesgo de diabetes y fallo cardiovascular. Según los investigadores ni siquiera
la cirugía bariátrica es capaz de revertir el proceso.
¿Cómo puedo saber si mi tejido adiposo ha
cicatrizado ya?
La investigación
de Metabolism, que detectó esta disfunción midiendo los niveles de la enzima
LOX, relaciona los tejidos adiposos cicatrizados con cuerpos "en forma de
manzana": estómago y pecho prominentes y extremidades más delgadas.
Investigaciones
previas ya habían alertado de los peligros de la grasa abdominal, que se asocia
a un mayor riesgo de mortalidad: dos veces mayor para las personas con obesidad
central frente a las que solo tienen sobrepeso, según Annals of Internal
Medicine.
Katarina Kos,
autora del estudio de Metabolism, subraya que la lección que se debe llevar a
casa es que hay que cuidar el tejido adiposo antes de que se formen las
cicatrices, "porque si esto sucede, a pesar de la pérdida de peso, podría
no volver a recuperarse nunca".
Fuente: https://elpais.com/elpais/2018/05/21/buenavida/1526884001_416823.html