Alcanzar unos objetivos de pérdida de peso, SIN poner en peligro nuestra salud, conlleva realizar un importante cambio de hábitos.
Sin embargo, un cambio de hábitos real que nos pueda llevar hacia este
estilo de vida más saludable no siempre es sencillo, puesto que cambiar
nuestra manera de actuar, nuestro día a día nunca lo es.
Es justo en este momento cuando entra en juego el punto clave de la motivación.
La motivación es la ilusión o actitud que nos hace ir hacia una meta.
Este empuje suele ser fuerte al inicio y va perdiendo fuerza conforme
los resultados se ralentizan y el cansancio aparece. Cuando estamos
haciendo un plan de adelgazamiento,
la pérdida de motivación a mitad del proceso provoca con mucha
frecuencia el abandono del mismo. Por ello, debemos estar atentos a las fluctuaciones que sufre nuestra motivación a lo largo del proceso
para poder ponerle remedio, antes de que sea demasiado tarde. Una buena
motivación también es una garantía de éxito en los momentos de
dificultad, tentaciones, situaciones difíciles de controlar, etc…
Los nutricionistas son conscientes de la importancia de la motivación y la incluyen dentro de su intervención.
No obstante, si dicho profesional de la salud valora que la falta de
motivación de un paciente es decisiva en la continuidad del tratamiento,
le derivará a un experto en apoyo psicológico para poder trabajarlo con
mayor profundidad.
Cuando
tratamos de cambiar algo en nuestra rutina, notamos una resistencia que
tira hacia lo conocido, hacia lo antiguo y se niega a cambiar. A veces,
es una resistencia sutil y en otras ocasiones, nos sentimos tensos,
irascibles o ansiosos.
Cuando
intentamos perder peso, encontramos diferentes obstáculos que frenan
nuestra motivación para iniciar nuestro plan: obstáculos mentales (ideas
preconcebidas o irracionales que nos desaniman con facilidad),
emocionales que nos revuelven (ansiedad, enfado, tristeza, soledad,
aburrimiento), sociales (porque nuestro entorno no apoya nuestro deseo
de comer saludablemente, por las continuas salidas sociales). Es muy
importante que cada paciente detecte sus principales obstáculos para
aprender a manejarlos.
Además al intentar ordenar nuestros hábitos de alimentación,
descubrimos que la comida cumple muchas más funciones que la de aportar
energía a nuestro organismo. La comida es el parche con que tapamos
nuestra soledad, enfados, aburrimiento. También tiramos de la comida
para silenciar el estrés y la ansiedad.
El apoyo psicológico brinda al paciente herramientas para controlar la ansiedad por la comida.
Además le permite al propio paciente detectar las emociones que
influyen en su comportamiento, lo que le permite ser consciente de ellas
y anticiparse para que no recaiga en viejos malos hábitos y vuelva a
comer sin control.
La clave es no rendirse a la
desmotivación y tomar las medidas necesarias para seguir adelante,
sabiendo reconocer y solicitar cuándo se requiera ayuda extra.
Fuente: https://www.metodoporintercambios.com/metodo/motivacion/