Comer por causas emocionales consiste en
usar los alimentos como una manera de afrontar las emociones en lugar de como
una manera de calmar el hambre. A todos nos ha pasado alguna vez, cuando nos
hemos acabado la bolsa entera de patatas fritas solo por aburrimiento o hemos
devorado una galleta tras otra mientras nos preparábamos para un examen
importante. Pero cuando se come de esta manera habitualmente, sobre todo sin
ser consciente de ello, comer por causas emocionales puede acabar afectando al
peso, la salud y el bienestar general.
No hay mucha gente que establezca una
conexión entre comer y las emociones. Pero entender qué desencadena la conducta
de comer emocionalmente puede ayudar a seguir los pasos necesarios para dejar
de hacerlo.
La gente se suele refugiar en la comida
cuando está estresada, se siente sola, triste, ansiosa o aburrida. Los pequeños
factores estresantes diarios pueden hacer que la gente busque consuelo o
distracción en la comida. Pero comer por causas emocionales también se puede
asociar a emociones positivas, como compartir románticamente un postre el día
de San Valentín o la celebración de banquetes los días festivos.
Las personas pueden aprender a comer por
causas emocionales: un niño a quien le dan una golosina tras un logro
importante puede crecer utilizando los dulces como recompensa por el trabajo
bien hecho. Un niño a quien le dan galletas para que deje de llorar puede
aprender a asociar las galletas con el consuelo.
No es fácil "desaprender" el
patrón de comer por causas emocionales. Pero es posible. Y el primer paso
consiste en tomar conciencia de lo que está ocurriendo.
Fuente: https://kidshealth.org/es/teens/emotional-eating.html